El intendente metropolitano, Claudio Orrego, planteó que la restricción se debería extender a todos los vehículos catalíticos y no solamente a aquellos registrados antes de 2012, como se planteó anteriormente.
Como indicó La Tercera, Orrego se desmarcó del anteproyecto del Plan de Descontaminación de la capital, manifestando que "deberíamos aplicar la restricción acotada a cuatro meses, sólo 16 veces por vehículo al año, a todos los catalíticos. Ya nos cuesta fiscalizar la restricción sin distinción, hay que imaginarse cómo sería con la distinción (de que se considere el año del vehículo)".
"En cinco años más no queremos dar la imagen de que quien se compró el auto nuevo, es el que puede andar por Santiago y el resto 'que se joda'", agregó.
Orrego aseguró que la decisión final "se está debatiendo" en el marco de la consulta ciudadana que durará 60 días. En caso de adoptarse esta modalidad, más de un millón 700 mil vehículos estarían afectos a esta restricción.
El subsecretario de Transportes, Cristián Bowen, defendió el plan original, explicando que si no se aplica restricción a catalíticos nuevos "se genera el incentivo para la renovación vehicular y no la compra de un segundo vehículo. Con esto se consigue una flota menos contaminante sin aumentar la congestión".
Ernesto Gramsch, académico de la Universidad de Santiago, apoyó esta iniciativa: "Recordemos que el material particulado fino genera un 41 por ciento del sector transporte: mientras menor es la cantidad de fuentes, hay mayores beneficios", indicó.
Sin embargo, Juan Pablo Montero, del Instituto de Economía de la Universidad Católica, planteó que "la idea del intendente es pésima, pues eso llevaría a que las personas compren una mayor cantidad de vehículos viejos y se desincentivan las nuevas tecnologías".