Cristina Fernández: Nadie le puede decir a la presidenta que se calle la boca

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Autor: Cooperativa.cl

La mandataria criticó al Poder Judicial, que ha reprochado sus constantes comentarios sobre el caso Nisman.

"Defendamos la Argentina. No permitamos que nos dividan", dijo en una cadena nacional.

 EFE

"En silla de ruedas, con una pata al hombro, esta presidenta va estar al frente del barco como siempre lo ha hecho", afirmó la "Señora K".

En su primer acto oficial en un mes, y en un contexto marcado por la muerte del fiscal Alberto Nisman, la presidenta Cristina Fernández cargó este viernes contra el Poder Judicial, advirtió que no permitirá que "le digan que se calle la boca" y llamó a los argentinos a transitar en "paz" hacia las elecciones.

Acompañada por gobernadores, funcionarios y militantes, Fernández evitó mencionar abiertamente al fiscal Alberto Nisman, que murió de un tiro en la cabeza en circunstancias dudosas el pasado 18 de enero tras denunciarla por presunto encubrimiento de terroristas iraníes.

No obstante, el caso de Nisman -que responsabilizaba a Irán del atentado contra la mutua judía AMIA- estuvo en el trasfondo de sus críticas contra el Poder Judicial y en sus advertencias para evitar que conflictos de "remotos países" puedan salpicar a Argentina.

"Nadie desde otro poder le puede decir a la presidenta que se calle la boca y no hable. Voy a hablar todas las veces que quiera hablar", advirtió en un discurso que fue transmitido en cadena nacional.

Fernández respondía así al vicepresidente de la Asociación de Magistrados, Ricardo Sáenz, quien afirmó esta semana que "no es conveniente que (la presidenta) siga opinando de la causa de esta forma. Una cosa es el debate político y otra cosa es opinar directamente sobre el caso".

Tanto la mandataria como altos cargos de su Gobierno han comentado en los últimos días sobre el caso, la investigación y las personas relacionadas con Nisman.

"Creo que es predemocrático intentar silenciar voces", dijo Fernández antes de señalar: "No me interesa una democracia sitiada y silenciosa".

La presidenta ha sostenido que la muerte de Alberto Nisman se enmarca en una conspiración para desestabilizar a su Gobierno y ha llegado a apuntar la mano negra de los servicios secretos.

"No permitamos que nos dividan"

En su intervención de este viernes, sugirió que el caso tiene un contexto internacional relacionado con "países remotos", que no identificó.

"Se los pido por favor, como presidenta y como militante y como ciudadana", agregó: "No permitamos que nos traigan acá conflictos que están causando desolación, muerte y agobio de otros pueblos, porque no tenemos esas contradicciones".

"Esa mugre que hay afuera, que nadie la traiga adentro. Defendamos la Argentina más que al Gobierno. No permitamos que nos dividan", insistió la presidenta, que convocó a los argentinos a transitar hasta las próximas elecciones, previstas para octubre, "en paz, con tranquilidad, con alegría para que el pueblo vuelva a votar y se vuelva a expresar".

Cristina Fernández aprovechó el acto para demostrar que ha retomado el timón de la agenda política, con un repaso a la gestión del Gobierno y el anuncio de la subida de las pensiones de jubilación y de nuevos acuerdos con China, en vísperas de su visita al país.

Elogió también al titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, duramente criticado por la oposición esta semana por revelar datos del viaje del periodista Damián Pachter, que adelantó la muerte de Nisman en las redes sociales y abandonó el país argumentando que temía por su seguridad.

No cederá ante las críticas

Antes de concluir, Fernández insistió en que no cederá ante las críticas y los insultos y que sigue "al frente del barco".

"En silla de ruedas, con una pata al hombro, esta presidenta va estar al frente del barco, como siempre lo ha hecho, pese a que algunos lo quieran escorar, que algunos lo quieran hundir", afirmó Fernández, que se recupera todavía de una lesión en un tobillo.

"Estoy un poco averiada, como la batalla naval, pero jamás hundida", dijo la mandataria, que interrumpió varias veces su discurso por los cánticos de los militantes que abarrotaban la Casa Rosada y que esperaron, en vano, a que se asomara a los balcones de la sede del Ejecutivo.