El nuevo cohete Vega, la nave más pequeña de la Agencia Espacial Europea (ESA), concluyó con éxito en una hora y 21 minutos su arriesgado vuelo inaugural, en el que transporta nueve satélites, a las 10:00 GMT (07:00 horas en Chile) desde el Centro Espacial Europeo de Kurú, en la Guayana francesa, dentro de la ventana prevista por Arianespace, empresa que operó el despegue.
"La trayectoria es normal, el pilotaje es tranquilo", repetían por megafonía los expertos de Arianespace desde el centro de control Júpiter, al comprobar que la nave respetaba escrupulosamente las previsiones de los científicos, que seguían la evolución del vuelo en las pantallas entre nervios.
Pero dado el arriesgado carácter de la misión de "calificación", denominada VV01, la explosión de júbilo -traducida en aplausos, abrazos y pulgares levantados- no llegó a la sala hasta que la nave terminó de desplegar su carga útil.
"Ya no hay ningún satélite europeo que no pueda ser puesto en órbita por un servicio de lanzamiento europeo", señaló entonces el director general de la ESA, Jean-Jacques Dordain y agregó que "es un gran día para la ESA, sus Estados miembros y en particular Italia -donde nació Vega-, para la industria Europea y para Arianespace".
Los científicos, que habían insistido en que el vuelo inaugural tiene carácter experimental, temían que se repitiera el desastre del 5 de junio de 1996, cuando el Ariane 5 explotó durante su primera misión, un minuto después de abandonar la plataforma de lanzamiento.
El Vega fue creado para verificar que el lanzador, destinado a colocar en el espacio pequeños satélites con una carga de referencia de 1.500 kilos trasladados a 700 kilómetros de altitud, es seguro, fiable y eficaz.