Investigadores de la Universidad de Medicina de la Charité (Berlín) han descubierto las estructuras cerebrales que controlan los procesos de acciones recurrentes, como tocar el piano o andar en bicicleta, lo que podría ayudar a mejorar la vida de pacientes con problemas neurológicos.
El estudio, publicado en la edición actual de Brain, una de las revistas más prestigiosas del ámbito de la neurología, ha determinado que los puntos de arranque y final de las secuencias de estos comportamientos son claves para que se puedan desarrollar con éxito, según explicó la directora del proyecto, María Herrojo.
"El objeto de esta investigación era saber por qué algunos seres humanos son capaces de adoptar hábitos de conducta y otros, sin embargo, tienen problemas para ello", explicó la neuróloga española.
La capacidad del hombre para detectar la regularidad de una secuencia de acciones, almacenarla y recuperarla se denomina "comportamiento secuencial", y en él juegan un papel esencial los ganglios basales.
Ellos son los responsables de codificar estos movimientos, inicialmente separados, en una secuencia de tiempo para que el cerebro los considere una sola unidad de acción.
Melodías musicales
El grupo de trabajo de la Clínica de Trastornos del Movimiento de Neurología de la Charité ha basado su estudio en las reacciones neuronales de pacientes enfermos de Parkinson, que se ven afectados en su comportamiento secuencial.
A estos pacientes se les pidió que practicaran melodías musicales cortas y sencillas en un piano.
Al analizar las señales eléctricas emitidas por el núcleo subtalámico, la zona del cerebro que se encargar de regular las funciones motoras, se observó que en los pacientes que podían desempeñar mejor la actividad el primer y último elemento de la secuencia estaban codificados con mayor éxito, detalló Herrojo.
La responsable de la investigación consideró que este estudio contribuye a entender mejor qué tipo de oscilaciones se producen al final y al principio de estas acciones recurrentes.
"Es fundamental que los ganglios basales codifiquen correctamente estos momentos de la secuencia para que luego el resto fluya con normalidad y así los comportamientos automáticos logren fijarse en el cerebro", manifestó.
Esta tesis podría contribuir notablemente a optimizar el tratamiento conocido como "terapia cerebral profunda" que, hasta el momento, ayuda al paciente de Parkinson a reducir los espasmos propios de la enfermedad.
Según la científica española, se podría usar esta terapia "de un modo dinámico" y cambiar los parámetros de estimulación que a través de electrodos recibe el enfermo, de forma que dichos parámetros se programen en función de las necesidades y deseos de éste.