Investigadores chilenos descubren cómo evitar que las bacterias se acumulen en los rincones
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| Periodista Digital: Cooperativa.cl
Cuando la ondulación de una pared es intermedia, estas llegan al tope de sus ondas, y "la geometría de la pared las expulsa lejos", explicó María Luisa Cordero.
El equipo de la U. de Chile estima que de esta forma, se podría evitar que las bacterias se concentren en instrumentos médicos y en prótesis internas.
Sigue pendiente la elaboración del modelado matemático exacto de la curvatura que necesita tener una pared rugosa para repeler a las bacterias.
Investigadores chilenos, liderados por María Luisa Cordero, directora alterna del Núcleo Milenio Física de la Materia Activa y profesora de la Universidad de Chile, descubrieron las condiciones que evitan que las bacterias se acumulen en rincones.
Las bacterias suelen acumularse en superficies generando alfombras o manchas que las vuelven poderosas y resistentes, y cuando esa superficie tiene un límite, como una pared, se sienten atraídas por una fuerza que las hace acumularse cerca de ella.
Para determinar por qué prefieren estos lugares, Cordero fabricó un mini laboratorio, no más grande que un posavasos, con tres paredes lisas (de control), y una rugosa u ondulada, en la cual fue posible controlar la amplitud de las oscilaciones y la longitud de la onda para tener un tope con más o menos curvatura.
El equipo, que completaron los físicos Rodrigo Soto y Néstor Sepúlveda, y el ex tesista de magíster Benjamín Pérez, colocó bacterias E. coli en un fluido para ver cuántas y cómo se acumulaban en la pared rugosa u ondulada, para probar "si era posible que una pared microscópica con curvas pudiera reorientar las bacterias y expulsarlas de la pared", explicó Cordero.
Según sus hallazgos, si se acumulan más o menos depende de la rugosidad de la pared: "Si la ondulación es baja, las bacterias se pegan a la pared y actúan como si surfearan sus ondas. Si, en cambio, la pared tiene una gran curvatura, las bacterias tienden a quedarse en la parte baja de la onda, no pueden surfear bien la ola y se quedan atrapadas, por lo tanto, se acumulan. Mientras que cuando la ondulación de la pared es intermedia, las bacterias llegan a la cresta de la ola y la geometría de la pared las expulsa lejos", precisó la doctora.
La investigadora prevé que, al saber cómo controlar las ondulaciones de las superficies de los instrumentos médicos, se podría evitar que las bacterias se acumulen y causen infecciones, mientras que Pérez estima que esta prevención también puede ayudar al diseño de prótesis intracorporales más sofisticadas.
Sigue pendiente la elaboración del modelado matemático exacto de la curvatura que necesita tener una pared rugosa para repeler a las bacterias.