Los errores humanos y las fugas radiactivas en Fukushima de las últimas semanas han reabierto las críticas sobre la gestión de la crisis nuclear en Japón, a la espera de que un equipo de expertos del OIEA examine desde mañana la situación de la planta.
La misión de seguimiento de los 16 expertos del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que se prolongará hasta el próximo 21 de octubre, se centrará en revisar los trabajos de recuperación en la accidentada planta nuclear, epicentro de la peor crisis atómica tras la de Chernóbil en 1986.
En este sentido, los técnicos evaluarán las medidas de rehabilitación y descontaminación iniciadas en octubre de 2011, siete meses después del devastador tsunami que provocó el inicio de la crisis, y se reunirán con diversas autoridades del Gobierno de Japón, incluyendo el Ministerio de Medioambiente.
Durante su visita, la misión del OIEA visitará desde el miércoles 16 diversos centros e instalaciones de descontaminación de la prefectura de Fukushima, creados con el objetivo de eliminar la alta radiación en las zonas de exclusión en torno a la central, muchas de ellas aún abandonadas y aisladas.
La llegada del equipo, invitado por el Gobierno nipón y que examina las evoluciones en Fukushima varias veces al año, se produce tras dos semanas turbulentas en las que los técnicos de la planta han tenido que afrontar las duras críticas de la Agencia Nuclear de Japón (NRA), tras encadenar diversos errores críticos.
En concreto, desde principios de mes se han producido hasta cuatro errores humanos que han provocado fugas masivas de agua contaminada, el apagón involuntario del sistema de reciclaje -vital para mantener en parada fría los reactores atómicos- o nuevos vertidos al mar.
El más llamativo se produjo a mediados de la semana pasada, cuando uno de los operarios se equivocó a la hora de cambiar una tubería del complejo sistema de reciclaje y derramó cerca de siete toneladas de líquido contaminado sobre seis de sus compañeros, en un incidente que se prolongó durante casi una hora.
Estas situaciones han provocado la reprimenda pública del regulador nuclear de Japón, que ha mostrado su preocupación ante lo que considera "negligencias" y errores "inaceptables", mientras ha solicitado que se empleen todos los recursos que sean necesarios para solventar el grave problema del agua contaminada en la central.
En este sentido, según cálculos del Ejecutivo, la planta vierte a diario una cantidad cercana a las 300 toneladas de agua radiactiva al mar que, unidas a las fugas desde los tanques de almacenamiento de líquido contaminado, supone el principal dolor de cabeza para los más de 3.500 operarios que trabajan a diario en la central.
A pesar de que el operador de Fukushima, Tokyo Electric Power (TEPCO), ha incrementado los controles para medir la radiación en el puerto frente a la central y el océano, la agencia nuclear nipona confirmó la semana pasada que contarán, desde mediados de noviembre, con la ayuda del OIEA en la monitorización del mar.
Además, recientemente la operadora ha detectado un incremento de las sustancias radiactivas tanto en el agua de mar cercana a los reactores, como en la del puerto situado frente a la central.
A pesar de que este aumento de la radiación se achaca a los trabajos en marcha para sellar el suelo con productos químicos, con el objetivo de endurecer el pavimento y evitar mayores filtraciones, las lecturas han alertado a los técnicos de la central ante el temor de que la contaminación se pueda propagar a mar abierto.