Un tejido blando que se contrae con fuerza y rapidez y que además tiene la capacidad de curarse. Se trata de un músculo creado en el laboratorio que, por primera vez, se integra bien en un ser vivo.
Científicos de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, lograron hacer crecer el tejido que se ve y funciona como uno real y que, gracias a su habilidad de autorrepararse, en un futuro podría utilizarse en tratamientos de medicina regenerativa.
No obstante, hasta ahora sólo se han hecho pruebas en ratones.
Los resultados de este trabajo, que está en una fase muy temprana, fueron publicados en la revista Proceedingsof the National Academy of Sciences.
Para el equipo de investigación, el éxito estuvo en crear el ambiente perfecto para que creciera el músculo: fibras musculares contráctiles bien desarrolladas y una piscina de células madre inmaduras, conocidas como células satélite, que se pueden convertir en tejido muscular.
Cada músculo tiene de reserva células satélite, listas para activarse cuando hay una lesión y así empezar el proceso de regeneración. Las células esperan el llamado para trabajar en una especie de nichos.
"Sólo implantando células satélite o músculos menos desarrollados no funciona tan bien", explicó Mark Juhas, uno de los investigadores del estudio. "El músculo bien desarrollado que hicimos ofrece nichos en donde pueden vivir las células satélites y, cuando sea necesario, restaurar la musculatura y su función".
Para comprobar la eficiencia del músculo, los expertos realizaron una serie de pruebas en el laboratorio. Con la estimulación de impulsos eléctricos, pudieron verificar la fuerza contráctil, que era diez veces más fuerte que en cualquier músculo diseñado anteriormente.
Y después de dañarlo con una toxina, comprobaron cómo se podía reparar a sí mismo utilizando células satélites.
El siguiente paso fue probarlo en un ser vivo.
Como uno más
Cuando se injertó en ratones, el músculo pareció haberse integrado bien con los otros tejidos y empezó a hacer el trabajo requerido.
Los expertos modificaron genéticamente las fibras musculares para que produjeran fluorescencia durante la contracción muscular. Esto les permitió ver cómo la fluorescencia aumentaba a medida que el músculo se hacía más fuerte.
"Pudimos ver y medir en tiempo real cómo los vasos sanguíneos crecían dentro de las fibras musculares implantadas, madurando hasta igualar la fuerza de sus equivalentes nativos", explicó Juhas.
Sin embargo, los especialistas aclararon que se necesitan hacer más pruebas antes de dar el salto a seres humanos.
El jefe de la investigación, el profesor Nenad Bursac, dijo que el músculo creado "representa un gran avance" para la ciencia.
"Es la primera vez que un músculo diseñado se contrae con la misma fuerza que un músculo esquelético de un recién nacido", agregó.
El profesor Mark Lewis, de la universidad de Loughborough de Reino Unido y experto en diseño de tejidos de músculo esquelético, dijo hasta ahora muchos investigadores han logrado hacer "crecer" músculos en el laboratorio que se pueden comportar de una forma parecida a los que hay en el cuerpo humano.
"No obstante, el trasplante de estos músculos a una criatura viviente y que siga funcionando como si fuera uno nativo es llevar el trabajo a un siguiente nivel", señaló.
En la comunidad científica hay muchas esperanzas de que las células madre, que pueden transformarse en cualquier tipo de tejido, revolucione la medicina regenerativa.
Hasta ahora los científicos han logrado crear mini hígados y riñones en el laboratorio con células madre. Otros se han enfocado en reparar el músculo del corazón con estas células.
Pero todavía quedan muchos años para que haya disponibles curas y tratamientos.