Un hombre que sufría de parálisis pudo volver a caminar después de someterse a una terapia pionera de trasplante de células de su cavidad nasal a la médula espinal.
Darek Fidyka, quien quedó paralizado desde el pecho hacia abajo tras ser apuñalado repetidas veces en la espalda en un ataque que ocurrió en 2010, puede ahora caminar valiéndose de un soporte.
El corresponsal médico de la BBC, Fergus Walsh, explica que el pionero tratamiento fue realizado por cirujanos en Polonia en colaboración con científicos de Londres, Reino Unido.
Los detalles de la investigación se publicaron en la revista Cell Transplantation.
Un programa de televisión de la BBC, Panorama, tuvo acceso exclusivo al proyecto y pasó un año monitoreando la rehabilitación del paciente.
Volver a nacer
Fidyka, de 40 años, dijo que caminar otra vez es una "sensación increíble". Y añadió: "Cuando no puedes sentir casi la mitad de tu cuerpo, estás desamparado pero cuando empiezas a recuperarte es como volver a nacer".
Geoff Raisman, jefe de regeneración neuronal en el Instituto de Neurología, del University College London, encabezó el equipo británico de investigación.
Raisman señaló que lo logrado es "más impresionante que ver al hombre caminando en la Luna".
Renovación continua
Por su parte, Pawel Tabakow, neurocirujano del hospital universitario de Breslavia, que dirigió al equipo polaco, declaró que "es fascinante ver cómo la regeneración de la médula espinal, algo que se consideró imposible durante muchos años, empieza a ser una realidad".
El tratamiento empleó unas células especiales que forman parte del sentido del olfato y que se llaman células de glía envolvente olfativas (OEC, por sus siglas en inglés).
Las OEC facilitan que las fibras nerviosas en el sistema olfativo se renueven de forma continua.
"Cuando empiezas a recuperarte es como volver a nacer", dice el hombre de 40 años. (Foto: BBC)
En la primera de dos operaciones los cirujanos quitaron uno de los bulbos olfatorios y cultivaron las células.
Dos semanas más tarde trasplantaron las OEC a la médula espinal, que había sido cercenada por el cuchillo con que Fidyka había sido atacado, a excepción de un pequeño trozo de tejido cicatricial del lado derecho.
Tenían tan solo una gota de material con que trabajar: unas 500.000 células, y se realizaron unas 100 microinyecciones de OEC por encima y por debajo de la lesión.
Tres, seis y 24 meses
Se tomaron cuatro delgadas tiras de tejido nervioso del tobillo del paciente y se colocaron sobre una brecha de 8mm a la izquierda de la médula espinal.
Los científicos creen que las OEC sirvieron de vía para que se reconecten las fibras por encima y por debajo de la lesión, utilizando los injertos de nervio para cerrar la brecha en la médula.
Tras el trasplante Fidyka continuó con un programa de rehabilitación que no le había dado ningún resultado durante dos años.
Tres meses después de la intervención, el paciente se dio cuenta de que había sido exitoso cuando empezó a crecer músculo en su muslo izquierdo.
Seis meses después de la cirugía, Fidyka consiguió dar sus primeros pasos, tomado de barras paralelas, con soportes para sus piernas y asistido por un fisioterapeuta.
Fidyka se somete a cinco horas de fisioterapia cada día. Los médicos advierten que no quieren dar falsas esperanzas a otros pacientes. (Foto: BBC)
Dos años después del tratamiento, ahora puede caminar fuera del centro de rehabilitación apoyándose en un andador.
También recuperó cierta sensación en el intestino y la vejiga y función sexual.
El gran avance de esta intervención es que al utilizar los propios bulbos olfativos de Fidyka, evitaron el riesgo de rechazo y, por lo tanto, la necesidad de usar drogas inmunosupresoras, como las que son necesarias en trasplantes convencionales provenientes de donantes.
Todos los que participaron de la investigación y el tratamiento de Fidyka dicen que no quieren dar falsas esperanzas a otros pacientes.
Insisten en que el éxito conseguido en este caso deberá repetirse antes de poder asumir que siempre conseguirá estimular la regeneración de la médula espinal.
Los científicos esperan tratar a otros diez pacientes en Polonia y Reino Unido en años por venir.