Libro afirma que, en algunas áreas, América era más desarrollada que Europa en 1492

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Autor: Cooperativa.cl

Periodista estadounidense sostiene que, antes de la llegada de Colón al continente, Tenochtitlán tenía más habitantes y era una ciudad más limpia que Londres o París.

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América estaba más poblada que Europa antes de la llegada de Colón en 1492, sus ciudades estaban más organizadas que las urbes del Viejo Continente y fue la enfermedad, y no la guerra, lo que permitió a los europeos convertirse en colonizadores.

 

Estas son algunas de las conclusiones de "1491. Una nueva Historia de las Américas antes de Colón", libro del periodista estadounidense Charles C. Mann, que rebate muchas de las ideas establecidas sobre cómo era el mundo precolombino en América.

 

Mann habla de un continente rico en culturas, que convivieron y se superpusieron, con el mismo nivel de desarrollo que las de Europa y que resultó derrotada.

 

Fue "una colisión entre civilizaciones, entre dos maneras muy distintas de ser humanos", dijo.

 

En una entrevista durante la promoción en España de su trabajo, fruto de cinco años de investigación, Mann refuta algunas de las ideas fundamentales que plasman los libros de Historia, con un enfoque novedoso sobre cómo vivían "los primeros americanos".

 

"Nos queda mucho por aprender", manifestó el investigador, que pone en duda que los primeros habitantes de América entraran en el continente por el estrecho de Bering, 12.000 años antes de la llegada de Colón, o que vivieran como nómadas en pequeños grupos.

 

También cuestiona que vivieran sin alterar el medio natural y asegura que sus técnicas agrícolas eran muy avanzadas, hasta el punto de que en México se cultivaba el maíz con un procedimiento considerado como "la primera hazaña de la ingeniería genética".

 

Ciudades como Tenochtitlán estaban pobladas por más gente que París o Londres en la misma época y estaban dotadas de sistema de alcantarillado, parques, jardines y sistemas eficaces de limpieza.

 

Pero no eran sociedades idílicas, que convivieran en perfecta comunión con el entorno natural -"sería como decir que vivieron fuera de la Historia, en la utopía"-, sino que transformaron e influyeron decisivamente en la configuración del territorio.

 

Mann está de acuerdo, por ejemplo, con los investigadores que defienden que el Amazonas tiene mucho de paisaje artificial y que cuando llegaron los conquistadores, como relata Orellana, había grandes núcleos de población en las riberas del río.

 

Si todo aquello se vino abajo como un castillo de naipes, no fue por la incapacidad de los indios (norteamericanos, aztecas, mayas o incas) de hacer la guerra, sino porque los europeos trajeron consigo enfermedades como la viruela, que diezmaron a la población.

 

Mann pone el ejemplo de la conquista de México por Hernán Cortes, quien, según recuerda, "fue rechazado en un primer momento por los aztecas, pero tuvo suerte y gracias a la viruela, sumado a que era valiente y un buen líder, tuvo una segunda oportunidad".

 

"Imagínese una situación en la que llega un virus, que no se sabe lo que es, y que la gente se muere por todas partes, menos los españoles, que tuvieron la viruela de pequeños. Lo natural es que los nativos pensaran que era algo sobrenatural", dice Mann.

 

"Y los europeos lo pensaban también. Estaban convencidos de que Dios estaba de su lado, porque la enfermedad no les tocaba", añade.

 

Según este investigador, entre 1533 y 1565 están documentadas epidemias de viruela, tifus, gripe, difteria y sarampión, males que mataron en un siglo a nueve de cada 10 habitantes en la "Tierra de las cuatro regiones", nombre que los incas daban a su imperio.

 

Pese a la vulnerabilidad de los indígenas, consecuencia de que no habían estado expuestos a los agentes patógenos y a que tenían una mayor homogeneidad genética que los europeos, "la conquista no fue tan fácil como llegar y dominar el terreno", asegura.

 

"Les costó más de 40 años conquistar México y realmente nunca se llegó a conquistar a los mayas. No hay más que ver las rebeliones que aún hay en Chiapas (sur de México)", explica el periodista.

 

Mann concluye rompiendo una lanza en favor de los conquistadores y matizando su obsesión por el oro: "esa obsesión era normal, porque no podían llevar a casa bienes perecederos y de alguna manera tenían que justificar ante los gobernantes unas expediciones que eran carísimas, algo parecido a mandar gente a la Luna hoy en día". (EFE)

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