Investigadores españoles desarrollaron una técnica que permite detectar el mal de Alzheimer de manera precoz, mediante el estudio de los péptidos que se encuentran en los desechos extraídos del interior del cristalino del ojo tras las operaciones de cataratas.
El nuevo método, diseñado por Celia Sánchez-Ramos, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y candidata al Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, fue patentado en julio de 2009 y publicado internacionalmente hace unos días, coincidiendo con la celebración del Año Mundial del Alzheimer.
El origen de su estudio se sitúa en la investigación llevada a cabo por el biólogo americano Larry Goldstein, que determinó que en el hipocampo había unos depósitos de péptidos (proteínas amiloide beta).
Esos péptidos se encuentran en mayor medida en los enfermos de Alzheimer y se localizan en el cristalino en la misma proporción que en el cerebro.
La investigación de Goldstein llevó a la doctora Sánchez-Ramos a pensar que los desechos de los quirófanos tras las operaciones de cataratas se podían transformar en muestras en las que buscar esos péptidos.
"A partir de ahora, las operaciones de cataratas no sólo servirán para que los ojos sean más transparentes y que las personas de edad puedan ver mejor, sino también para detectar lo antes posible el Alzheimer y poder realizar el tratamiento de manera precoz", señaló.
La investigadora explicó que se han analizado ya más de 30 muestras de pacientes y destacó que los resultados se obtienen en un día.
"No hay efectos secundarios"
Sánchez-Ramos insistió en la ventaja de poder realizar las pruebas en personas vivas y en una sustancia fuera del organismo.
"Si una persona que va simplemente a operarse de cataratas consigue conocer cuál es el estado de su sistema neuronal nos puede ayudar mucho", señaló.
La doctora consideró que deberían ser estudiadas todas las personas mayores que se sometan a una operación de cataratas, "porque no hay ningún efecto secundario".
Las cataratas afectan al 40 por ciento de la población de entre 70 y 75 años, un porcentaje que se incrementa a medida que las personas se van haciendo mayores.
La técnica quirúrgica se realiza con anestesia local o total, dependiendo del paciente, para extraer la catarata mediante incisiones de 3 milímetros, que habitualmente no requieren sutura.