La etnia Bai: herederos del lago Erhai y guardianes de una antigua identidad
Su identidad se ha construido a partir de una profunda relación con el agua, la agricultura y una tradición artística singular.
Su identidad se ha construido a partir de una profunda relación con el agua, la agricultura y una tradición artística singular.
Por Fabián Pizarro Arcos, periodista y director general del proyecto Efecto China
La etnia Bai habita principalmente en la provincia de Yunnan, en el suroeste del país. Con una población que supera los dos millones de personas, los Bai se concentran en torno a la ciudad histórica de Dali y el lago Erhai, una región que ha sido durante siglos un punto clave de intercambio cultural, comercial y religioso entre China, el sudeste asiático y el Tíbet.
Su identidad se ha construido a partir de una profunda relación con el agua, la agricultura y una tradición artística singular.
Históricamente, los Bai desempeñaron un papel central en el antiguo Reino de Nanzhao (siglos VIII–IX) y posteriormente en el Reino de Dali, entidades políticas que dominaron amplias zonas del suroeste chino. Estas estructuras estatales consolidaron una cultura propia, caracterizada por la convivencia entre tradiciones locales y la influencia de la civilización china han.
La arquitectura de templos, pagodas y ciudades amuralladas de la región refleja esta síntesis cultural, visible aún hoy en las famosas Tres Pagodas de Dali, símbolo emblemático del legado Bai.
La lengua Bai constituye uno de los pilares de su identidad. Aunque presenta una fuerte influencia del chino, mantiene vocabulario y estructuras propias que refuerzan el sentido de pertenencia comunitaria.
Durante generaciones, la tradición oral ha sido el principal vehículo de transmisión cultural, a través de cantos populares, leyendas y relatos históricos. La música y la danza ocupan un lugar destacado en celebraciones y festividades, acompañadas por instrumentos tradicionales y coreografías que evocan la vida agrícola y lacustre.
En el plano religioso, la etnia Bai practica un sincretismo que combina budismo, taoísmo y cultos locales a la naturaleza y a los ancestros. Uno de los elementos más distintivos es la veneración de deidades protectoras locales, asociadas a montañas, lagos y aldeas específicas. Esta espiritualidad refuerza el vínculo entre la comunidad y su entorno natural, considerado sagrado y fuente de equilibrio.
La vida cotidiana de los Bai ha estado tradicionalmente ligada al cultivo del arroz, la pesca y la artesanía. La cerámica, el tallado en madera y la construcción tradicional son expresiones destacadas de su saber ancestral.
La gastronomía Bai, basada en ingredientes locales y sabores intensos, refleja la diversidad agrícola de Yunnan y ocupa un lugar central en la vida social.
En las últimas décadas, el crecimiento del turismo en Dali y sus alrededores ha transformado profundamente la región. Si bien ha generado oportunidades económicas, también ha planteado desafíos en la preservación cultural y ambiental. Frente a ello, comunidades Bai y autoridades locales impulsan iniciativas para proteger el patrimonio arquitectónico, revitalizar la lengua y promover un turismo sostenible.
Hoy, la etnia Bai representa un ejemplo vivo de continuidad cultural en un contexto de cambio acelerado. Su historia, su relación con el lago Erhai y su capacidad de adaptación convierten a este pueblo en una pieza fundamental del diverso mosaico étnico de China.