Por Gonzalo Rodríguez T. gonzalor@cooperativa.cl
Según la productora DG Medios, fueron unos 14 mil los testigos la noche del sábado de la segunda presentación en Chile de la cantante Björk, evento musical que tuvo tintes de corte teatral, muy de la mano de la fusión de estilos que caracteriza la carrera de la islandesa.
A la espera del inicio del recital, tibiamente los asistentes que habían llegado con tiempo comenzaron a hacer la tradicional "ola", como una manera de matar el tiempo y sin presagiar que el show se vería retrasado en unos 25 minutos más allá de lo inicialmente previsto (las 21:00 horas).
Ese lapso de tiempo fue vital para que mucha gente que llegó sobre la hora no se perdiera detalle alguno del recital que a diferencia de los eventos que tienen lugar en San Carlos de Apoquindo, optó por ubicar el escenario de frente a la tribuna y no en la galería sur, por lo que el plató de 18 por 16 metros tuvo a la precordillera como telón de fondo.
La jornada partió con los sones de marcha, con músicos ataviados a la usanza medieval, estandartes sobre sus cabezas de por medio, para que luego la islandesa hiciera su aparición.
El regreso de Björk -quien actuó en Santiago en 1998- fue más intimista y recargado, en el que su angelical voz se fundió con todos los accesorios que tenía preparados para la ocasión.
Es que la presentación en sociedad de su nuevo disco, "Volta", vino acompañada de dos toneladas de equipos, que incluyeron por dos pantallas gigantes, rayos láser y 30 cabezas móviles de luces, que recurrieron a tonalidades violetas y verdes.
Banderines adornados con sapos, cocodrilos y peces acompañaron ese montaje. Pero también resultó vital la interpretación musical a cargo de una banda de ochos músicos que se encargaron de los sones electrónicos y las percusiones, y otros 10 con instrumentos como trompetas y clarinetes.
Canciones nuevas como "Earth intruders", "Innocence" y "I see who you are" desfilaron por San Carlos de Apoquindo junto a otros clásicos como "Army of me", "I miss you", y "Hunter".
"Gracias", en perfecto español, fue una frase que no se cansó de repetir frente a la ovación que se dejaba caer entre tema y tema en un show que duró una hora y 28 minutos y que incluyó un bis, en un set de 18 canciones.
Un gran final
Según lo dispuesto por la organización, el público estaba distribuido en las galerías norte y sur, la tribuna, un sector de cancha general y otro VIP, el que contaba con sillas que jamás fueron utilizadas como tal ya que los dueños de esas ubicaciones simplemente se pararon sobre ellas durante todo el
show.
El final tuvo un desenlace lleno de adrenalina para quienes estaban en el sector de cancha general, porque la cantante dejó el escenario en una breve pausa de la jornada (tras 17 temas) y la producción retiró algunas de las vallas que contenían cualquier intento por sortear alguno de los varios controles de la zona VIP.
Sin embargo, con el retiro de esas barreras, la gente poco a poco fue avanzando y los guardias apostados poco pudieron hacer para contener a creciente masa de personas que inundó la zona VIP y vivió de cerca el instante en que la también actriz presentó en inglés, uno a uno, a los integrantes de su banda.
Luego, nuevamente en español, soltó un "Viva la revolución", como antesala del tema "Declare Independence" (del álbum "Volta"), momento en el que una incesante lluvia de papeles se dejó caer desde lo alto del escenario.
Un "gracias" final y el posterior encendido de las luces del recinto deportivo cuyo césped fue resguardado por un alfombra, fue la prueba palpable de que la jornada había concluido.
El deseo incumplido de Björk
Pese a que en teoría existía prohibición para portar cámaras fotográficas y que los gráficos acreditados debieron firmar un contrato en el que, entre otros temas estaba estipulado la no utilización de flash, los fanáticos igual se las ingeniaron para ingresar al show con sus aparatos, sobre todo en tiempos en que las cámaras digitales son cada vez más pequeñas y por tanto difíciles de controlar.
Por ello minutos antes del concierto, el locutor expresamente había solicitado a nombre de Björk no tomar imágenes bajo el argumento de que los flashes la distraían y perturbaban su puesta en escena.
Antes de su paso por Chile, la cantante retó a viva voz a un fotógrafo que en primera fila disparaba su cámara. En tono enérgico manifestó en el Gran Rex: "Es muy difícil concentrarse así. Sí quieren que esté en este momento con ustedes, ustedes tienen que pasar este momento conmigo", ganándose la comprensión y los aplausos del público argentino.
Pero los fanáticos chilenos pasaron por alto la petición y los flashes fueron una constante durante el recital en Santiago, situación sobre la que Björk no hizo ningún comentario durante el show.
Y sobre el final, a pasos del escenario las luces de colores y los rayos láser se fundieron con los flashes de las cámaras aficionadas, que una vez concluido el espectáculo sirvieron para inmortalizarse junto al plató. (Cooperativa.cl)