El periódico Daily Mail publicó este martes que la actual esposa del Príncipe Alberto II de Mónaco, Charlene Wittstock, intentó fugarse y escapar del matrimonio con el miembro de la realeza en tres oportunidades.
Los intentos de Wittstock por alejarse de la relación sería un supuesto nuevo hijo ilegítimo de Alberto II, concebido después de establecer un compromiso con ella.
La Princesa de Mónaco habría intentado sin éxito volar y volver a su natal Sudáfrica antes de contraer el sagrado vínculo, lo cual fue impedido con la ayuda de la fuerza policial por su pareja.
Su desesperación por emprender la retirada de Mónaco fue revelada en un principio por publicaciones en el sitio web de la revista francesa L'Express, que aseguró que Wittstock se disponía a irse de la ciudad "precipitadamente", después de que se enfrentó a "revelaciones" de su marido.
Poco después de las primeras informaciones, se tuvo conocimiento que las "revelaciones" apuntaban a un nuevo hijo ilegítimo del monarca de 52 años.
Los intentos
Según las informaciones publicadas, el primer intento de fuga tuvo lugar en mayo, cuando Charlene Wittstock viajó a Paris con el fin de probarse su vestido de novia. Sobre la ocasión se dice que incluso habría pedido asilo en la embajada sudafricana en Francia.
El segundo episodio ocurrió a fines del mismo mes para el Grand Prix de Mónaco. Mientras que la tercera ocasión se produjo tres días antes de la boda.
En esta última vez, Wittstock logró llegar al aeropuerto de Niza, donde su pasaporte fue decomisado y terminó detenida por la policía, según revelaron fuentes vinculadas a la realeza.
En ese momento, ella habría "sido persuadida" de continuar con la celebración de su matrimonio, tras establecer un acuerdo con Alberto II.
Otro de los argumentos que también se especularon en torno a las huídas de la nadadora de 32 años fue el estricto contrato prenupcial que se le obligó a firmar, en el que figuran estipulaciones como que no se puede divorciar antes de cinco años después de casarse, y que en ese tiempo tiene la obligación de darle un hijo al representante de la Casa Real.