Los moscovitas llevaron este martes flores, juguetes y dulces a la entrada de la estación de metro de "Oktiabrskoye Pole" donde una mujer fue detenida ayer tras pasear con la cabeza decapitada de una niña de cuatro años a la que había asesinado poco antes.
Cientos de ramos de flores con crespones negros, peluches, chocolate y caramelos honran la memoria de la pequeña asesinada salvajemente por su niñera, Gulchejrá Bobokúlova, de 38 años, que exhibió ayer en la calle la cabeza de su víctima al grito de "soy una terrorista" y "Allahu Akbar" (Dios es grande).
Tras ser detenida y pasar varias horas en comisaría, la mujer confesó el asesinato y fue llevada hasta el apartamento donde había perpetrado el horrible crimen, para participar en su reconstrucción.
Según apuntan los primeros datos de la investigación, Bobokúlova, una uzbeka que llevaba tres años trabajando en la familia de la pequeña Nastia, asesinó a la niña y prendió fuego al apartamento cuando los padres salieron de la casa con su hijo mayor.
La alarma saltó cuando el cadáver decapitado de la menor fue descubierto por los bomberos que habían accedido al apartamento para extinguir el incendio.
Entretanto, Bobokúlova, que al parecer se encontraba bajo los efectos de las drogas, llegó hasta la estación de metro de "Oktiábrskoye Pole" donde, vestida de negro de pies a cabeza y con velo, se paseó con la cabeza ensangrentada de la niña.
Unos diez minutos duró el macabro paseo hasta que las fuerzas del orden detuvieron a la mujer, que en ese momento dejó caer la cabeza al suelo.
Las fuerzas de seguridad, temerosas de que el terrible suceso pueda provocar una explosión xenófoba en la capital rusa, llevan a cabo labores de prevención entre las organizaciones juveniles para evitar que se exalten los ánimos.
La comunidad uzbeka de Moscú ha hecho un llamamiento a los medios de comunicación para pedir que no se haga hincapié en la nacionalidad de la presunta asesina.