Hans Richter sostuvo que en la casa de estudios hay una "disputa de poder" que ha complicado el escenario de crisis que enfrenta.
Esta semana, el actual rector confirmó que evalúan despedir a unos 300 docentes y no descartan cerrar algunas carreras.
El exrector de la Universidad Austral Hans Richter, quien presentó su renuncia el pasado 8 de abril después de tres años, sostuvo que la casa de estudios debe revalorizar la gobernanza y remarcó que decanos y consejeros son también "parte del problema".
La casa de estudios enfrenta una grave crisis administrativa y financiera por lo que sus actuales autoridades contemplan el despido de cerca de 300 docentes e incluso el cierre de algunas carreras.
Richter manifestó a La Tercera que en su estadía como rector "tuve muchos problemas, pero no solamente gestión, sino la inflación desatada, la expresión de la deuda, el Covid, cuestiones organizacionales que no se lograban corregir, que generaron todas estas pérdidas".
A su juicio, antes de renunciar "veníamos como empezando a salir" de la crisis y remarcó que "no soy el origen de la crisis ni la causa, sino que en realidad recibimos la universidad en la posición financiera bien frágil, y a pesar de todo hemos logrado avanzar".
El doctor en biología celular y molecular cree que "los problemas institucionales complejos, como el que enfrentamos, nunca van a ser responsabilidad de una sola persona. Hay algo un poco infantil en eso, pero estos cargos tienen este peso, que cuando hay problemas rápidamente se personalizan".
Asimismo, la exautoridad planteó que "la figura del rector está bastante desvalorizada en la universidad, se sacó a uno hace un tiempo, ahora otro por presión política. La universidad tiene que aprender a autorregularse y a cuidar su gobernanza. No puede ser que una universidad importante como la Austral tenga cuatro rectores en cuatro años. Es una anomalía, claramente".
"Decanos y consejeros que están ahí son parte del origen del problema", enfatizó Richter quien dijo que entre quienes pidieron su renuncia hubo personas con "cargos críticos de gestión que tenían que ver con finanzas, organización de la docencia".
"Esta universidad lo que tiene son problemas culturales bien de base en el sentido de que hay una disputa muy marcada entre consejos, directores y los grupos de rectoría", dijo, explicando que es "una disputa de poder porque los grupos de rectoría hacen propuestas, el Consejo Académico te los rechaza, los vuelves a reponer, te los vuelven a rechazar".
Para Richter, "esta universidad sigue teniendo buenos indicadores, creció, pero no se modernizó. Perdió mucho tiempo. Creció con deuda, fue un crecimiento contra deuda y con pocos procesos de modernización.
La Superintendencia de Educación Superior (SES) informó en noviembre pasado que la casa de estudios tiene una deuda de 91 mil millones de pesos, lo que a juicio de Richter fue una frase "terrible" para ellos.
"Esos 91 mil millones -explicó- se debían por 30 años, como un crédito hipotecario. Y nunca explicó que por el incumplimiento financiero tuvimos conversaciones con las empresas acreedoras, por lo tanto, nunca fue realmente un problema concreto".
"Fue un incumplimiento técnico que no tuvo consecuencias. Y todas estas cosas salen poco tiempo antes de la matrícula, entonces dices '¿qué protejo?'. Preferimos proteger la matrícula y estar tranquilos. Y se logró una matrícula histórica", destacó al asegurar que uno de los principales problemas, entonces, fue comunicacional.
Asimismo abordó su rechazo a bajarse el sueldo, como había solicitado la Subsecretaría de Educación Superior y la SES, para "descomprimir las negociaciones con el sindicato", sin embargo, declinaron porque "tenía múltiples efectos, que en el subsistema universitario nacional el promedio de sueldo directivo el nuestro era más bajo, que teníamos menos cargos directivos, que en 2020 se decidió congelar el sueldo directivo y ha producido un efecto bien indeseado, que es una deformación de la estructura de remuneraciones porque hay profesores senior que están ganando más que los vicerrectores, y entonces la pregunta es quién va a querer tomar un cargo directivo si uno sigue bajando las remuneraciones".
El doctor sostuvo que el plan de recuperación de la SES "quedó superexigente", aumentando "la presión sobre la institución" al bajar el plazo de 24 a 12 meses. "Va a necesitar gran voluntad de muchos actores distintos y yo no sé si toda esa voluntad va a converger. Si fueran dos años de plazo, creo que lo podríamos lograr, pero a un año, aun cuando es posible, va a ser particularmente difícil", finalizó.
