El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Coyhaique absolvió a dos hijos de Nabila Rifo que, a inicios de año, fueron detenidos y formalizados por el delito de homicidio calificado.
El 1 de febrero de 2024, el mecánico Gerardo Bañares, de 35 años de edad, y entonces pareja de Rifo, fue asesinado a golpes por Luis Torres Rifo, de 20, y por su hermano de 17.
Si bien la participación de ambos en el crimen no estuvo en duda -existía un video de 10 minutos que registró la agresión- los jóvenes fueron exculpados en consideración de su historia de vida.
No obstante el homicidio es una "conducta prohibida", en opinión del tribunal "puede estimarse que esta acción desplegada por los acusados se encuentra revestida de la causal eximente de responsabilidad penal establecida en el artículo 10 N° 9 del Código Penal; esto es, 'el que obra violentado por una fuerza irresistible o impulsado por un miedo insuperable', lo cual afecta la esfera de la culpabilidad", indicó.
"Un trauma"
Según consignó La Tercera, el veredicto del juicio hace presente que "ambos acusados estuvieron insertos desde temprana infancia en un ambiente de permanente violencia intrafamiliar y vulneración de derechos, atendidas las relaciones de pareja de la madre y consumo de alcohol, presenciando (ellos) en forma constante actos de maltrato hacia aquella y que los afectaban (también) directamente".
Agregan los jueces que "tales vivencias generaron un trauma a ambos acusados, el cual no recibió atención especializada y ha continuado presente en sus vidas hasta la fecha".
Este factor, añade el veredicto, "influyó de forma relevante en las acciones que ambos acusados realizaron el día de los hechos, por cuanto se encontraron frente a una situación que razonablemente les provocó un miedo de que se volvieran a producir eventos violentos pasados, y ese miedo fue de tal entidad que afectó ostensiblemente su forma de autodeterminarse en ese momento, no resultando posible reprochar penalmente su conducta".
La defensa de ambos jóvenes había argumentado que su proceder tuvo la finalidad de proteger a la madre, que era víctima de agresiones constantes por parte de Bañares, quien había sido denunciado en al menos dos ocasiones por violencia intrafamiliar.
Nabila Rifo se convirtió, en mayo de 2016, en un crudo símbolo de la violencia de género en Chile: su pololo de entonces, Mauricio Orlando Ortega Ruiz, la agredió hasta dejarla al borde de la muerte y le amputó ambos ojos. Por dicho crimen fue condenado en 2017 a 26 años de cárcel.