Carolina Martínez, directora del Observatorio de la Costa de la Universidad Católica, afirmó en Cooperativa que los edificios de Viña del Mar amenazados por socavones tras episodios de fuertes precipitaciones fueron levantados "con mucha ingeniería", pero sobre una base de "alta fragilidad".
En conversación con Lo Que Queda del Día, la experta explicó que inmuebles como Kandinsky o Euromarina II fueron construidos en zonas que "deberían estar protegidas, sin cargas, sin edificios, como ocurre en la mayor parte de los países que tienen sus costas protegidas por normativas robustas".
Sin embargo, "con la presión inmobiliaria y el crecimiento urbano en los ejes costeros en el país, estos campos se tratan como si fuesen cerros o ambientes estables".
"Se ha ido confundiendo con que estos campos dunares están sostenidos sobre roca, y la verdad es que es arena que se ha ido compactando en el tiempo, es una gran cantidad de arena, un gran volumen, pero que no tiene roca abajo. Por lo tanto, esos edificios están construidos con mucha tecnología, con muchas capacidades de la ingeniería, pero están hechos sobre ecosistemas de muy alta fragilidad, que no resisten este tipo de presiones".
El edificio "Kandinsky, que está en el extremo norte del campo dunar, y éste en particular (el Euromarina II), que está en el extremo sur, forman parte de la misma unidad geomorfológica: un campo de duna, holocénico, de por lo menos 9.000 años, que se ha ido interviniendo por efecto de este modelo de ocupación que tenemos en el país, muy extractivista, que no ha ido midiendo la fragilidad que tienen y, sobre todo, el tremendo impacto en su patrimonio biocultural".
"SE EXPONEN VIDAS HUMANAS"
Con este tipo de construcciones sobre campos dunares, "se exponen vidas humanas a este tipo de desastres (socavones). Entonces, eso es lo que estamos tratando de relevar, que en Chile tenemos una brecha normativa donde no estamos protegiendo la interacción entre la playa y la duna, entre la playa y el humedal costero".
"Estamos ahora rellenando humedales y construyendo sobre duna, incluso construyendo sobre la playa, exponiendo vidas humanas a grandes desastres, porque somos un país de desastres, con terremotos y tsunamis, y son las personas ahora las que se resienten, a las que se les traspasa el costo social, económico, de un problema que el Estado de Chile no ha asumido con responsabilidad por lo menos en los últimos 100 años", enfatizó.
En lo inmediato, el inminente sistema frontal que volverá a afectar la zona donde ocurrieron los últimos socavones "es un factor de gran preocupación, porque se espera llueva tres veces más, por lo menos, de lo que fue el último evento", del fin de semana.
Al mismo tiempo, "como ya ha habido dos eventos importantes en el último mes, hay bastante saturación en los cerros, en el territorio costero, y eso puede provocar también una predisposición o una sensibilidad mayor a eventos de este tipo, incluso más agravados".
La experta recordó que "el último evento provocó un deslizamiento, donde vimos arena movilizada a la calle principal, a la Avenida Borgoño. Estos eventos son normales en condiciones naturales, pero se agravan más cuando hay una intervención antrópica de este tipo" en un campo dunar.