Los talibanes anunciaron la formación de unas mil oficiales policías en Afganistán, equipadas con cascos y escudos antidisturbios y cubiertas de pies a cabeza por velos negros.
"Hemos entrenado a más de mil oficiales mujeres en varias provincias para diferentes actividades, incluyendo antidisturbios, y el proceso continúa", según un comunicado de prensa de la Dirección de Orden Público del Gobierno interino de los talibanes.
El portavoz adjunto del gobierno talibán, Qari Yousuf Ahmadi, afirmó a EFE que solo en la capital se ha reclutado a un centenar de mujeres policías.
Un vídeo oficial publicado por los fundamentalistas muestra a una decena de mujeres equipadas en su mayoría con escudos antidisturbios, estampados con la palabra Policía en color amarillo, y cascos negros.
"Estamos listos las 24 horas para evitar manifestaciones", afirmó Imran, un funcionario de la Dirección de Orden Público.
Khadija, en el vídeo publicado por los talibanes, destacó "haber aprendido muchas cosas sobre disturbios" durante la formación, mientras que otra policía, Zahra, instó a mujeres exoficiales a "reincorporarse a su trabajo".
Por su parte, el portavoz del Ministerio del Interior del Gobierno de los talibanes, Abdul Nafi Tekor, afirmó a EFE que el país asiático necesita "urgentemente" más oficiales de policía mujeres.
"Actualmente hay policías mujeres en varios departamentos del Ministerio del Interior, pero su número no es suficiente", dijo.
LAS PROTESTAS CONTINÚAN
Regularmente, y a pesar del veto de los fundamentalistas, que no permiten manifestaciones en su contra, grupos de mujeres han protestado en varias partes del país en contra de la pérdida de sus derechos laborales y educativos.
Igual de consistente ha sido la represión de los talibanes, acusados de torturas y malos tratos a mujeres afganas por participar en manifestaciones para exigir sus derechos, denunció el pasado 20 de octubre la organización internacional Human Rights Watch (HRW).
La última de estas manifestaciones tuvo lugar el pasado lunes en un parque de Kabul, y según las organizadoras fue dispersada violentamente por los talibanes, reclamando que las mujeres no contaban con el permiso requerido para organizarla.
Pese a que prometieron que habían cambiado, los talibanes han repetido el comportamiento de su anterior régimen entre 1996 y 2001, cuando en base a una rígida interpretación del islam y su estricto código social conocido como pastunwali prohibieron la asistencia femenina a las escuelas y recluyeron a las mujeres en el hogar.