Después de varias semanas sin cambios significativos en el frente, el Ejército ucraniano le dio un vuelco a la campaña con varias acciones de sabotaje en el Donbás, el corredor del sur y la anexionada península de Crimea, que han dejado al enemigo ruso sin respuesta.
"Nuestra estrategia es destruir la logística, las líneas de abastecimiento, depósitos de municiones y otras infraestructuras militares. Esto provoca el caos en las filas rusas", dijo el asesor presidencial Mykhailo Podoliak.
Rusia se encuentra en una situación en la que ni logra grandes avances hacia los bastiones ucranianos en la región de Donetsk ni puede garantizar la seguridad de sus arsenales y de las cadenas de suministro en Crimea, bajo control ruso desde 2014, y las regiones limítrofes con Ucrania.
CRIMEA, OBJETIVO LEGÍTIMO Y VULNERABLE
Crimea fue territorio hostil para las tropas ucranianas desde el inicio de la invasión rusa y, de hecho, las unidades que conquistaron parte de las regiones meridionales de Jersón y Zaporiyia procedían de la península. La semana pasada nueve aviones rusos fueron destruidos en las explosiones ocurridas en un aeródromo militar, causadas por partisanos ucranianos, según admitió Kiev.
El martes fue el turno de un arsenal con combustible y municiones, ataque que obligó a evacuar a miles de personas y que la prensa occidental citando fuentes oficiales atribuye a unidades especiales ucranianas. Hoy, el puente de Crimea que unió la península con el continente ruso, ya no está fuera del alcance de las fuerzas ucranianas. "Es una construcción ilegal y es la principal puerta para el abastecimiento del Ejército ruso en Crimea. Esas infraestructuras deben ser destruidas", señaló Podoliak.
ESTRATEGIA A MEDIO PLAZO Y CONGELAMIENTO DEL CONFLICTO
Kiev admite públicamente que el objetivo es ralentizar el avance ruso en el Donbás, lo que permite ganar tiempo para recibir más armamento pesado occidental, como ocurrió en los largos asedios de Mariúpol y Severodonetsk. De hecho, Podoliak admitió que ha solicitado a sus aliados más de 50 lanzaderas múltiples de misiles.
Tanto las autoridades ucranianas como las rusas han advertido que las acciones de sabotaje continuarán hasta la llegada del invierno.
Precisamente, Zelenski instó a aquellos que viven en territorio controlado Rusia o los prorrusos a no acercarse a instalaciones militares, y subrayó que para poder expulsar a las tropas rusas de Ucrania, es necesario dificultarle más cada día la guerra a Rusia, objetivo que calificó de la "principal tarea político-militar".
Ante las recientes afirmaciones del presidente ruso, Vladímir Putin, sobre que la guerra a gran escala ni siquiera acaba de empezar, algunos expertos ya pronostican que el conflicto se prolongará, al menos, hasta el próximo año.
"No creo que sea posible la variante de la congelación (del conflicto). Es posible que haya una reducción de la actividad dependiendo de la estación. Las guerras modernas son guerras de recursos. Los recursos, por supuesto, se acaban agotando por ambos bandos. Y cada parte necesita tiempo para su recuperación", comentó Oleksiy Réznikov, ministro de Defensa ucraniano.
Destacó que el Ejército ruso perdió un tercio del potencial militar que utilizó al comienzo de la intervención armada, lo que incluye fuerzas aerotransportadas, marines y miembros de fuerzas especiales, además de un millar de pilotos.
Finalmente, el secretario general de la ONU, António Guterres, llegó hoy Ucrania para mantener el jueves una reunión trilateral con Zelenski y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. Esta es su segunda visita -la primera fue en abril-, donde espera revisar en Leópolis, oeste del país, el funcionamiento de la iniciativa que ha permitido desbloquear las exportaciones de cereal desde los puertos ucranianos en el mar Negro; además de visitar el puerto de Odesa, también abordará con Zelenski asuntos como el envío de expertos internacionales a la central nuclear de Zaporiyia.