La sonda japonesa Hayabusa2 tocó la superficie de un asteroide situado a 340 millones de kilómetros de la Tierra para tomar muestras, lo que supone un paso clave en su compleja misión destinada a investigar los orígenes de la vida.
El breve aterrizaje de la nave espacial tuvo lugar a las 07.49 hora de Japón (19.49 hora chilena del jueves), según anunció la Agencia de Exploración Espacial de Japón (JAXA), cuyos científicos siguieron con gran expectación las evoluciones del Hayabusa2 desde su centro de control en Kanagawa (sudoeste de Tokio).
La sonda superó así una nueva y delicada etapa en un viaje que se prolonga durante más de cuatro años, y que, de completarse con éxito, terminará a finales de 2020 con el regreso a la Tierra del Hayabusa2 portando muestras del remoto cuerpo celeste.
El director de la misión, Makoto Yoshikawa, expresó su "gran alivio" por el logro del Hayabusa2, que su juicio significa "un nuevo comienzo para la ciencia planetaria", durante una rueda de prensa convocada en la capital nipona.
"Hoy una mano de la Humanidad ha alcanzado una nueva parte del universo", dijo Yuichi Tsuda, otro de los responsables del proyecto, quien añadió que el aterrizaje "se llevó a cabo de forma óptima".
Se trata de una operación pionera por la lejanía del asteroide y las dificultades técnicas que conlleva, según destacaron los expertos de la agencia aeroespacial de Japón, el único país hasta ahora que ha logrado traer a nuestro planeta muestras de un cuerpo celeste distinto a la Luna, con su primera misión Hayabusa en 2010.
La segunda generación de esta sonda tocó levemente la superficie del asteroide Ryugu, y al hacerlo disparó proyectiles de tantalio sobre el terreno con el objetivo de crear un cráter artificial y extraer materiales que fueron luego aspirados por un brazo del aparato.
La rocosa superficie del asteroide y sus condiciones cercanas a la ingravidez complicaron enormemente esta maniobra, según explicaron los científicos nipones, que se vieron obligados a retrasar el aterrizaje desde la fecha inicialmente prevista el pasado octubre.
Las señales enviadas por Hayabusa2 indican que las muestras de material han sido recogidas con éxito, aunque esto sólo podrá confirmarse una vez que la sonda regrese a la Tierra, explicó el director de investigación de la JAXA, Takashi Kubota.
Se cree que las rocas de Ryugu albergan restos de carbón y agua formados durante el nacimiento de nuestro sistema solar hace unos 4.600 millones de años, lo que podría aportar pistas sobre la formación de los planteas y el origen de la vida.
El aterrizaje del Hayabusa2 llega tras recorrer 3.200 millones de kilómetros alrededor del Sol en una órbita elíptica durante más de tres años, y después de alcanzar el asteroide el pasado junio y de permanecer suspendido desde entonces a unos 20 kilómetros de su superficie.
Además, la sonda descargó el año pasado tres pequeños vehículos exploradores sobre Ryugu con el objetivo de recolectar muestras adicionales, y tiene previsto intentar nuevos aterrizajes antes de emprender su retorno a nuestro planeta.
Ryugu -nombre de un palacio mágico submarino del folclore nipón- tiene unos 900 metros de diámetro y una forma ligeramente cúbica y, como otros planetas menores, está considerado entre los cuerpos más antiguos del sistema solar.