La II Conferencia de los Océanos de la ONU cerró hoy en Lisboa tras cinco jornadas de debates con la aprobación unánime de una declaración no vinculante y una llamada a ser "más ambiciosos" para salvar los mares.
"Esta declaración es una señal del ánimo de las Naciones Unidas, pero queremos ser más ambiciosos", aseguró el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, antes de clausurar oficialmente la cita, que el país luso organizó junto con Kenia.
El jefe de Estado portugués destacó que la palabra "que ha resonado" a lo largo de toda esta conferencia ha sido "acción", y puso algunos ejemplos de promesas realizadas durante la cita, como en protección de la biodiversidad, seguridad marítima, acelerar el futuro tratado de alta mar o la búsqueda de formas de financiación.
La próxima Conferencia de los Océanos será en 2025, organizada por Francia y Costa Rica, cita que Rebelo de Sousa espera que sea "el fin de un ciclo de acción y el principio de otro ciclo, de una acción todavía más ambiciosa si cabe".
El otro anfitrión, Kenia, consideró que la Conferencia fue una muestra de voluntad política.
"Los líderes han demostrado voluntad política para que los resultados de esta Conferencia sean una prioridad y se pongan en práctica", dijo en la clausura el secretario del Gabinete de Medioambiente de Kenia, Keriako Tobiko.
DECLARACIÓN SIN COMPROMISOS
Ni los debates de estos cinco días ni los reclamos de las comunidades se han reflejado en la declaración final, un documento político cerrado en Nueva York en mayo que, por ejemplo, no menciona el espinoso tema de la minería submarina, y no fija tampoco compromisos vinculantes.
El texto reconoce el efecto "devastador" del cambio climático en los océanos, alerta sobre el "nefasto" estado de los mares y pide "más ambición".
Admite el "fracaso colectivo" en el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14, relativo a los océanos, y evita citar el gran desafío para 2030: proteger el 30% de los mares.
MINERÍA SUBMARINA, TÍMIDOS AVANCES
De Lisboa salen tímidos avances en la lucha contra la minería en aguas profundas, asunto llevado al pleno de la conferencia por Chile, que este mes dio un paso al frente en el seno de Naciones Unidas y pidió una moratoria de 15 años para obtener más "evidencia y certidumbre científica".
Después de que Palaos lanzara una Alianza para apoyar la moratoria contra la minería -con la colaboración de la Coalición para la Conservación de las Aguas Profundas y a la que se unieron Fiji y Samoa-, Francia tomó posición.
"Debemos crear un marco legal que pare la minería en alta mar y no permitir nuevas actividades que pongan en peligro estos ecosistemas", defendió el presidente galo, Emmanuel Macron, en una visita relámpago a Lisboa para lanzar la candidatura conjunta de Francia y Costa Rica como sedes de la III Conferencia, en 2025.
Algún avance se anota también en la Coalición de Alta Ambición por la Naturaleza y las Personas, que aspira a proteger el 30 % de los océanos para 2030 y suma 100 países.
Costa Rica, Colombia y Panamá ya han alcanzado la meta, y República Dominicana, Uruguay y Portugal prometieron hacerlo para 2030.
FONDOS PARA EVITAR EL CAMINO AL INFIERNO
Aunque no hay compromisos de inversión gubernamentales, Lisboa no terminó con las manos vacías.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzará "Ocean Promise" para compensar las pérdidas de 1 billón de dólares anuales causadas por la mala gestión de los océanos.
El Banco de Desarrollo de América Latina-CAF destinará 1.250 millones de dólares a ecosistemas marinos y costeros de América Latina y el Caribe en los próximos cinco años.
Bloomberg Philanthropies, Moore Foundation, el Fondo Internacional de Conservación de Canadá y otros seis socios donarán 1.000 millones de dólares para lograr la meta del 30 % y Australia dedicará 1.200 millones de dólares en los próximos diez años a preservar la Gran Barrera de Coral.
MÁS RETÓRICA QUE ACCIÓN
Más de 7.000 participantes, 150 delegaciones, una veintena de jefes de Estado y de Gobierno y decenas de horas de discusiones no han convencido a la sociedad civil.
"Hemos tenido principalmente palabras, tuvimos pocas acciones y las acciones son lo que realmente necesitamos para proteger el océano", resumía Laura Meller, de Greenpeace, en declaraciones a Efe.
WWF alertó de que "no hay tiempo" que perder en la protección de los mares y llamó a los líderes a "aprovechar este momento creado" para resolver "problemas de larga duración" con "tratados robustos globales" y financiación.
Mientras, el francés Rémi Parmentier, fundador del Grupo Varda, saca aspectos positivos por los avances sobre la minería submarina.
¿Y AHORA?
La hoja de ruta tiene una primera parada en Nueva York, en agosto, para debatir el Tratado Global de los Océanos.
"El éxito de esta conferencia se verá en agosto", advierte Meller.
"Espero un nivel de ambición superior en la de Francia", confía Parmentier.
"Dejamos Lisboa con un gran impulso, pero la verdadera prueba de éxito para la II Conferencia de los Océanos vendrá en los próximos meses", zanja WWF.
En el aire, el lamento de las pescadoras africanas: ¿Qué va a pasar si no recuerdan meternos en el diálogo? .