Informes procedentes de Bagdad indican que las fuerzas de seguridad y milicianos chiitas leales al primer ministro de Irak, Nouri al Maliki, se desplegaron en lugares estratégicos en toda la ciudad.
Poco antes, Maliki habló con tono desafiante por la televisión estatal, sobre su intención de demandar al presidente, Fuad Masum, por violar las normas constitucionales.
Después de las elecciones de abril, cuyos resultados no fueron concluyentes, Maliki dijo que desea un nuevo periodo como primer ministro, pero no ha habido acuerdo en el Parlamento y el presidente Masum declinó nombrar a un nuevo primer ministro.
Los corresponsales señalan que Maliki está cada vez más considerado como una figura divisiva y que ha habido llamamientos de sunitas, kurdos e incluso de correligionarios chiitas para que dimita.
En Washington, un funcionario del Departamento de Estado, Brett McGurk, expresó su apoyo a Masum como garante de la constitución iraquí.
Estados Unidos y Francia también urgieron a Irak a formar un nuevo gobierno de poder compartido para restaurar la estabilidad.
Todo esto ocurre mientras fuerzas kurdas, con ayuda de EE.UU., tratan de combatir a los yihadistas del Estado Islámico en el norte del país.