María Rosa Mayer Muños y Ludwig Gisch fueron las identidades falsas utilizadas por dos espías rusos que viajaron desde Argentina a Eslovenia en el año 2017, como parte de un plan de inteligencia de Moscú, quienes en una reciente entrevista revelaron que sus hijos no sabían la identidad real de sus padres antes de participar del reciente intercambio de prisioneros.
Según consignó La Nación, la pareja fue detenida en 2022, cuando la policía secreta irrumpió su casa en Liubliana, Eslovenia, luego de identificarlos como los agentes encubiertos: Artyom Dulstev y Anna Dultseva.
Ambos llegaron en 2012 a Argentina, de forma separada e historias diferentes, logrando regularizar rápidamente su condición migratoria.
En particular, Anna se basaba en que era una ciudadana argentina que ingresó al país trasandino desde México, asegurando haber nacido en Grecia. No obstante, le había robado la identidad a un bebé que murió en un pueblo griego hace más de 30 años. Se dedicaba a una galería de arte que instaló en Eslovenia.
Por otro lado, Artyom decía ser un ciudadano austriaco de madre argentina que había nacido en Namibia. Había llegado un mes antes que su esposa y era dueño de una start-up informática.
La pareja tuvo dos hijos argentinos: Sophie y Daniel, en 2013 y 2015 respectivamente, y se casaron en un matrimonio civil el mismo 2015. Más adelante, se fueron en 2017 de Argentina a Eslovenia con la excusa de haber sido "víctimas de un asalto".
Fue en diciembre de 2022, cuando la policía llegó a su casa y se los llevó detenido. Al interior del domicilio, encontraron miles de euros en un compartimiento secreto del refrigerador y -en uno de los computadores- un hardware para comunicarse de forma segura con Moscú, el que estaba tan encriptado que los técnicos estadounidenses y eslovenos no pudieron descifrarlo.
Sus hijos fueron llevados a un centro de menores, mientras la pareja permaneció detenida hasta que fueron condenados por la justicia eslovena, el miércoles pasado, a un año y medio de cárcel por "espionaje y falsificación de documentos", pena equivalente al tiempo que pasaron detenidos.
No obstante, participaron del mayor intercambio de prisioneros desde la Guerra Fría entre Rusia y países occidentales, y fueron recibidos personalmente por el presidente Vladímir Putin en Moscú. El Kremlin reconoció que ambos eran agentes "ilegales" de los servicios de inteligencia rusos, que no son informados por las embajadas y operan en secreto para el país.
Hijos no sabían que sus padres eran rusos
En tanto, Anna Dultseva fue entrevistada por la televisión pública rusa el pasado lunes y reveló que le anunció a sus hijos que no eran argentinos durante el vuelo hacía Moscú, según consignó Infobae.
"Le dijimos a los niños que somos rusos, que son rusos y somos los Dultsev", afirmó.
En esa línea, detalló que aún le cuesta hablar su lengua materna porque nunca habló en ruso con sus hijos, sino solo español. La espía explicó que en ese tipo de operaciones "no piensas en tu idioma, te controlas permanente y cuando llegamos (a Rusia) nos dimos cuenta que ya podíamos hablar" en ruso.
De todas formas, Anna señaló que sentía una "gran gratitud" hacia Putin y que seguirán "sirviendo a Rusia".
Por su parte, el presidente ruso recibió a los niños con un "buenas noches" en español en su arribo a Moscú.
El vocero del Kremlin, Dimitri Peskov, dijo tras la llegada de la familia que los niños "ni siquiera sabían quién era Putin. Así es como trabajan los clandestinos, haciendo tales sacrificios por el bien de su trabajo y su dedicación a su servicio".